Mi Retiro: Background, Full Poem, and Analysis

Explore José Rizal’s original Spanish poem Mi Retiro with its full text, historical background, and a detailed analysis of its themes and meaning.

Background

Mi Retiro is one of José Rizal’s most heartfelt Spanish poems, written during his exile in Dapitan between 1892 and 1896. The poem was composed at the affectionate request of his mother, Doña Teodora Alonso, who missed hearing her son’s poetry and wanted to know how he truly felt during his quiet years away from political turmoil. By this time, Rizal had stepped back from public activism and embraced a slower, contemplative life as a teacher, scientist, farmer, and doctor in Dapitan.

These years of forced isolation unexpectedly gave him space for introspection. Far from the intellectual circles of Europe and the political pressures of Manila, Rizal found solace in the natural beauty surrounding him. The sea, the forest, the wind, and the songs of birds became his companions. Mi Retiro was his way of sharing this newfound tranquility — a poem written in Spanish, but resonant with the landscape and emotions of Mindanao.

More than a description of rural peace, Mi Retiro reveals Rizal’s meditative spirit: a man who had seen the world, endured conflict and disillusionment, and now found himself rediscovering serenity in exile.

For readers who prefer the widely studied English version, see our companion article My Retreat: Background, Full Poem, and Analysis.


The Full Poem: Mi Retiro

Cabe anchurosa playa de fina y suave arena
y al pie de una montaña cubierta de verdor
planté mi choza humilde bajo arboleda amena,
buscando de los bosques en la quietud serena
reposo a mi cerebro, silencio a mi dolor.

Su techo es frágil su suelo débil cana,
sus vigas y columnas maderas sin labrar;
nada vale, por cierto, mi rústica cabaña;
mas duerme en el regazo de la eterna montaña,
y la canta y la arrulla noche y días el mar.

Un afluente arroyuelo, que de la selva umbria
desciende entre peñascos, la baña con amor,
y un chorro le regala por tosca cañería
que en la cálida noche es canto y melodía
y néctar cristalino del día en el calor.

Si el cielo esta sereno, mansa corre la fuente,
Su cítara invisible tañedo sin cesar;
pero vienen las lluvias, e impetuoso torrente
peñas y abismos salta, ronco, espumante, hirviente,
y se arroja rugiendo frenético hacia el mar.

Del perro los ladridos, de las aves trino
del kalao la voz ronca solas se oyen alli,
no hay hombre vanidoso ni importuno vecino
que se imponga a mi mente, ni estorbo mi camino;
solo tengo las selvas y el mar cerca de mí.

El mar, el mar es todo! su masa soberana
los átomos me trae de mundos que lejos son;
me alienta su sonrisa de límpida mañana,
y cuando por la tarde mi fe resulta vana
encuentra en sus tristezas un eco el corazón.

DE noche es un arcano! … su diáfano elemento
se cubre de millares, y millares de luz;
la brisa vaga fresca, reluce el firmamento,
las olas en suspiros cuentan al manso viento
historias que se pierden del tiempo en el capiz.

Dizque cuentan del mundo la primera alborada,
del sol el primer beso que su seno encendió,
cuando miles de seres surgieron de la nada,
y el abismo poblaron y la cima encumbrada
y doquiera su beso facundante estampó.

Mas cuando en noche oscura los vientos enfurecen
y las inquietas alas comienzan a agitar,
crusan en aire gritos que el ánimo estremecen,
coros, voces que rezan, lamentos que parecen
exhalar los que un tiempo se hundieron en el mar.

Entonces repercuten los montes de la altura,
los árboles se agitan de confín a confín;
aullan los ganados, retumba la espesura,
sus espíritus dicen que van a la llanura
llamadas por los muertos a fúnebre festín.

Silva, silva la noche, confusa, aterradora;
verdes, azules llamas en el mar vense arder;
mas la calma renace con la próxima aurora
y pronto una atrevida barquilla pescadora
las fatigadas alas comienza a recorrer.

Asi pasan los días en mi oscuro retiro,
desterrado del mundo donde tiempo viví,
de mi rara fortuna la providencia admiro:
quijarro abandonado que al musgo solo aspiro
para ocultar a todos el mundo que tengo en mí!

Vivo con los recuerdos de los que yo he amado
y oigo de vez en cuando sus nombres pronunciar:
unos estan ya muertos, otros me han abandonado;
¿mas que importa? … Yo vivo pensando en lo pasado
y lo pasado nadie me puede arrebatar.

El es mi fiel amigo que nunca me desdora
que siempre alienta el alma cuando triste la ve,
que en mis noches de insomnio conmigo vela y ora
conmigo, y en mi destierro y en mi cabaña mora,
y cuando todos dudan solo él me infunde fe.

Yo la tengo, y yo espero que ha de brillar un día
en que venza la idea a la fuerza brutal,
que después de la lucha y la lente agonía,
otra voz mas sonora y mas feliz que la mía
sabrá cantar entonces el cántico truinfal.

Veo brillar el cielo tan puro y refulgente
como cuando forjaba mi primera ilusión,
el mismo soplo siento besar mi mustia frente,
el mismo que encendía mi entusiasmo ferviente
y hacía hervir la sangre del joven corazón.

Yo respiro la brisa que acaso haya pasado
por los campos y ríos de mi pueblo natal;
acaso me devuelva lo que antes le he confiado
los besos y suspiros de un ser idolatrado,
las dulces confidencias de un amor virginal!

Al ver la misma luna, cual antes argentada,
la antigua melancolía siento en mi renancer;
despiertan mil recuerdos de amor y fe jurada …
un patio, una azotea, la playa, un enramada,
silencios y suspiros, rubores de placer …

Mariposa sedienta de la luz y de colores,
sonando en otros cielos y en más vasto pensil,
dejé, jóven apenas, mi patria y mis amores,
y errante por doquiera sin dudas, sin temores,
gasté en tierras extrañas de mi vida de abril.

Y despues, cuando quise, golondrina causada,
al nido de mis padres y de mi amor volver,
rugió fiera de pronto violenta turbonada:
vense rotas mis alas, desecha la morada,
la fe vendida a otros y ruinas por doquier.

Lanzado a una pana de la patria que adora,
el porvenir destruído, sin hogar, sin salud,
de toda mi existencia el único tesoro,
creencias de una sana, sincera juventud.

Ya no sóis como antes, llenas de fuego y vida
brindando mil coronas a la inmortalidad;
algo serias os hallo; mas nuestra faz querida
si ya es tan sincera, si esta descolorida
en cambio lleva el sello de la fidelidad.

Me ofrecéis, oh ilusiones! la copa del consuelo,
y mis jovenes años a despertar venís:
gracias a ti, tormenta; gracias, vientos del cielo,
que a buena hora supísteis cortar mi incierto vuelo,
para abatirme al suelo de mi natal país.

Cabe anchurosa playa de fina y suave arena
y al pie de una montaña cubierta de verdor,
hallé en mi patria asilo bajo arboleda amena,
y en sus umbrosos bosques, tranquilidad serena,
reposo a mi cerebro, silencio a mi dolor.

Original Spanish version as written by Jose Rizal. Public Domain.


Analysis

Mi Retiro is one of Rizal’s most serene and introspective works, capturing the emotional landscape of his exile in Dapitan. The poem stands apart from his political writings, offering instead a window into a gentler, more contemplative side of his personality.

The opening stanzas immediately transport the reader to the southern shore where Rizal lived. His imagery is vivid and personal: the fine sand kissed by the ocean, the simple hut made of bamboo, the lush grove filled with birdsong. These details suggest not only his physical surroundings but his emotional shift from turmoil to tranquility. Exile may have been imposed upon him, but Mi Retiro shows that he found a way to accept, even embrace, its stillness.

The natural world plays a central role in the poem. The calm sky, the gentle breeze, the bright sun, and the murmuring spring all contribute to a sense of harmony that contrasts sharply with the tension and danger he faced in his political life. Nature becomes a refuge — not merely a backdrop but a healer that restores both body and spirit. This relationship between nature and inner peace echoes classical pastoral poetry, yet Rizal gives it a uniquely Filipino sensibility shaped by tropical landscapes and the rhythms of provincial life.

As the poem unfolds, solitude becomes a spiritual experience rather than a source of despair. Rizal describes quiet not as emptiness but as fullness, a space where envy, cruelty, and fear disappear. In this solitude, he finds clarity and a renewed connection with faith. This is significant, given the doubts and inner struggles he faced during his years abroad. Dapitan becomes a sanctuary where he is able to center himself and rediscover a more peaceful, reflective faith.

The final stanza elevates solitude into something divine — a “sanctuary” where the soul, free from hatred, rises naturally toward God. This spiritual resonance marks Mi Retiro as one of Rizal’s most personal works. The poem is neither resignation nor escape; rather, it is acceptance. Rizal acknowledges the hardships that brought him to Dapitan, but he chooses to see the exile as an opportunity to rebuild his inner life.

In this way, Mi Retiro becomes more than a poem about a place. It is a poetic meditation on acceptance, healing, and spiritual renewal. It reveals a man who, despite being cut off from public life, found a deeper peace within himself — one that prepared him for the final, decisive chapter of his journey.

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